martes, 4 de agosto de 2015

Por un verano sano.

Por Orestes Díaz.
La playa es una buena opción.
Fifa 2015, Naruto Shippuden, GTA o Minecraft son algunas de las opciones recreativas de los jóvenes en este verano. A solas, en dúos o en grupos  se conforman los onces titulares y se aplauden jugadas. Otros trazan estrategias de defensa y ataque con objetivos bien  definidos. Las armas a tomar pueden ser múltiples y el día transcurre, los adictos a los videojuegos ni sienten pasar el tiempo. Los padres a las dos de la madrugada tienen que presionar para que abandonen el monitor y vayan a la cama.

Otros dejan la piel en el campo de futbol, hay quienes van a la playa, visitan parientes en otras localidades y una minoría lee un buen libro. Los papalotes pasaron de moda, también el montar bicicleta, pescar o sentarse en un parque. Hacemos la vida más difícil. Enamorarse para algunos ya no constituye un reto, es tan fácil conseguir el sí que a veces ni se pide.
Leer es posible en cualquier lugar.
Y por qué? La culpa no es del desarrollo cibernético, ni de Einstein, Lenin o Mahatma Gandi. Quizás de la adopción de patrones foráneos, de otras culturas, tal vez de la funcionalidad de la existencia o de la flexibilidad entre las relaciones humanas.
Los trompos, las bolas, cartas, ajedrez y dominó son apuestas para unos pocos, escribir para casi nadie, tener palomas u otras mascotas pueden ser opciones sanas pero esos pasatiempos no se venden por los medios de difusión y cuando se hacen están destinados a la violencia como las peleas de perros y las apuestas.

Por el contrario, fumar a escondidas o en público, es como alcanzar la fruta prohibida, las bebidas alcohólicas para algunos es la máxima expresión de libertad y hombría independientemente del género. El sexo muchas veces, casi siempre, sin amor ni preservativos.
Los hechos vandálicos por su parte acechan, las enfermedades también, las consecuencias y los accidentes van de la mano. ¿Dónde está el raciocinio, qué se hizo el liderazgo de quienes lo tienen en el barrio, el centro de labor y esa familia que, como Poncio Pilatos, se lava las manos para echarle culpa a la escuela, al gobierno, a la policía, a la sociedad y a cuantas figuras reales o ficticias existan. Incluso hay quien busca a un culpable bíblico o en el pasado histórico.
El verano es buen momento para recrearse de manera sana. Recuerda que tu vida es la mayor empresa  del mundo y como dueño puedes evitar que ella vaya en decadencia. No es ser un conformista, tampoco exigir un cielo sin tempestades, caminos sin accidentes, trabajos sin cansancio ni relaciones sin decepciones.
Tratemos de ser felices para bien personal y social. Recordemos que ser feliz es reconocer que vale la pena vivir a pesar de todos los desafíos, incomprensiones y períodos de crisis. No es una fatalidad del destino, sino una conquista de quien sabe viajar para adentro de su propio ser. Puede que por no acatar las malas reglas del grupo alguien caiga mal o sea excluido. A esas personas les ofrezco una cita del alemán Herman Hess: “Quien no encaja en el mundo, está siempre cerca de encontrarse a sí mismo”.

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