viernes, 13 de mayo de 2022

Hábil con los brazos y con los cuentos.

 


Hábil con los brazos y con los cuentos.

Por Orestes Díaz Guerrero.

Labores ha habido muchas. Desde el mismo surgimiento de los humanos. Algunos tan increíbles que pueden emular en el libro Guinnes de Récords. Otros parecen risibles. Recuerdo una historia, cierta o no, donde se narra que un banense muy amigo del Presidente Fulgencio Batista fue a verle y le pidió trabajo. El general le envió a recorrer la Habana para que le trajera una propuesta. El hombre al regresar pidió el puesto de mover los palitos delante de una banda de conciertos. La respuesta imagínesela. Ese era el maestro. No podía ser cualquiera. Cuentan que el hombre pidió entonces ser quien transportara los palitos al director de la banda.

Trabajos siempre han existido lo que no todos quieren o pueden asumirlos. Condiciones físicas, éticas, morales, cognoscitivas y otras restringen el puesto o el desempeño en determinado puesto.

Conocí a Víctor Pérez Borrego. Hombre bien alto, de casi dos metros, que se dedicaba a abrir pozos. Eran casi siempre huecos bien profundos para encontrar agua potable en patios y fincas. Doblar aquel largo espinazo cientos de veces no debió ser tarea fácil ni en lo físico ni en lo espiritual. Pero lo hacía. La honradez y su tiempo lo llevaron a desempeñar aquella ruda faena.

Cuando iniciaba la labor había que concluirla y ese final debía ser con el espejo de agua en la inmensa cavidad. Si el líquido no aparecía en suficiente fertilidad no había pago. Había que continuar escarbando como si fuese una compañía de topos. Luego venían las piedras para embrocalar el hueco y así hasta entregar la obra.

Es este un trabajo caluroso, de poca ventilación y duro. También peligroso. Sé de derrumbes y de seres que han quedado sepultados en el intento. Aún hay quien oficia como excavador. No sé si esa labor esté recogida en las regulaciones del Trabajo por Cuenta Propia en Cuba y si lo está no deben ser muchos quienes se disputen los puestos. Conozco que hay personas, incluso jóvenes, que lo desempeñan a la forma tradicional pues hay otras técnicas menos trabajosas que la excavación es a modo de mortero.

Hay lugares sin abasto de agua por el sistema tradicional y algunos vecinos se reúnen para abrir pozos. Unos cavan, otros botan tierra o hacen mandados, las féminas casi siempre se encargan de las meriendas o alcanzan algún que otro utensilio. Pese a las ciencias existen técnicas antiquísimas. Hay personas que dicen dominar ciertos conocimientos o habilidades con un alambre. Ante determinados cambios o movimientos de la lámina metálica es el indicio de que existe agua en el subsuelo y por ende es el lugar adecuado donde excavar.

Los pozos quizás hayan caído en desuso. La gente hizo emigraciones casi masivas a las ciudades o cerca de ellas buscando electricidad y agua corriente, cercanía a centros asistenciales y de servicios y la proximidad a las vías de transportación.

Las turbinas y las conductoras humanizan la tracción de agua. Pero aún hay zonas donde estos métodos no llegan por red o el ciclo de abasto no satisface la demanda ni las necesidades y entonces hay que ir a la tradición de excavar la tierra en busca de una de sus riquezas naturales. El agua.

Mi tío abuelo Víctor Pérez murió hace algún tiempo ya. Era una especie de cuentista por excelencia. A veces se le iba la mano en las historias lo que hacía dudar de la narración y la credibilidad de las mismas mermaba. Pero era una especie de libro de cuentos viviente. Aunque usted supiera que estaba contando “guayabas” valía la pena escucharle. Tenía tanta habilidad y destreza en el verbo como en sus brazos de legendario excavador de pozos y esto último sí que era cierto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario