“En la habitación estoy agonizando sobre mi cama; flaco, desgastado, amarillo de no comer, diarrea y vómito. Cuando puedo pararme al baño, ya pocas veces, parezco uno de esos fantasmas que sobrevivieron a los campos de concentración nazis”. “Estoy tan cansado de no morirme de una vez que pido que me ayuden a morir”. Este es el testimonio de un escritor mexicano enfermo con el virus del VIH. Y hoy, día mundial de lucha contra el SIDA, es una jornada que debe extenderse al diarismo sin que caiga en la rutina. El tema de la pandemia ha dejado de ser titular en los medios de comunicación universales lo que no quiere decir que la gente no siga muriendo.
El VIH/Sida lentamente se apodera del organismo, debilitándolo hasta destruir el sistema inmunológico, así queda a merced de cualquier enfermedad que ordinariamente no sería nada. Pero luego un simple estado gripal puede convertirse en una mortal neumonía. Dicen que la indiferencia de los seres queridos es lo que más les duele.

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