jueves, 24 de noviembre de 2011

Mentes limpias.


Buenos días. Mi niña no quiso su comida, no le gustaba. Su hermano le dijo: quisiera yo tener en centavos la cantidad de gente que en el mundo no tienen eso que tú no quieres y luego de un silencio expresó: bueno mejor fuera que todos tuvieran comida.
Es el punto de vista de un adolescente frente al gusto de una pequeña de ocho años pero nada lejos de la verdad. El niño tiene conciencia de las realidades de hoy con sus propios medidores de tiempo y espacio, nada impuesto, simplemente deducciones propias.
Sería bueno que de vez en vez miráramos a nuestro alrededor, al natural  y no soñar tan a lo lejos como hacen algunos hacia lo inalcanzable. Soñar no está prohibido porque dicen que solo en sueños es realmente libre el hombre. Pero soñar con los pies en la tierra sería mejor.
Tampoco debemos practicar la filosofía del conformismo. Esto es lo que me toca y ya, no, eso no, pero hay que saber porqué luchar, hacia dónde, cuándo y cómo. Así seremos mejores personas. Recuerda que lo que tú eres por dentro es lo que realmente eres, lo de afuera es un disfraz de carne y hueso tapado con ropa.
Hay quienes están tan pendientes de las apariencias y de cómo le ven los demás, que tal parece que eso es lo más importante. Sin embargo ahí la realidad es otra: cuando se obra así es porque se trata de ocultar lo que hay dentro, que por cierto no debe ser nada bueno cuando se trata de ocultar.

Analízate y observa a quienes están pendientes solo de su imagen exterior y de la estética, echa un vistazo a su pasado, a su vida, detente en su entorno, en su forma de ser y saca conclusiones. Verás que casi siempre esos seres dejan mucho que desear internamente. Con esto tampoco te digo que estés desalineado, sucio y que descuides tu cuerpo.
Como dijera un clérigo: “Acéptate y acepta a los demás”. La gente habla, opina y lo hace como si fuera normal, como si fuera parte obligada de nuestra vida diaria. ¡Incluso se reúnen para hablar mal de alguien! Si ven a una persona radiante, la miran y buscan cualquier defecto, aunque sea muy pequeño y de eso se llenan, como si fuera lo más importante, dejando todo lo bueno a un lado. Desperdician su tiempo buscando las imperfecciones ajenas y divulgándolas. Mejor mira en tu interior: atiende tus miedos, tus problemas, tus anhelos. “Ahora piensa si lo que hablas mal del otro es para ocultar tus errores”. Recuerda que no se ve bien si no es con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos.

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