jueves, 26 de noviembre de 2015

El respeto es la base.


Todos los días hay violencia contra la mujer, en un lugar, en otro.... Luchemos por su respeto más allá de una jornada. Hagámoslo siempre.
Por Orestes Díaz.
Narra una historia que el hombre llegó a su casa y le pegó dos bofetadas a la esposa. Esta le pregunta que había hecho para recibir el castigo y él responde: Yo no sé qué hiciste pero tú sí lo debes saber. La moraleja bien puede ser “el por si acaso”.
Más allá de ser un chiste la violencia hacia la mujer abunda, no siempre tiene que ser física también son las vejaciones, humillaciones, las ofensas y las degradaciones hacia la compañera. La mayoría de las veces los conflictos quedan entre cuatro paredes, otras ante los hijos quienes asisten como mudos y sufrientes testigos, los casos más notables se desarrollan en escenarios públicos, sin que avergüence a quien maltrata.
Las culpas casi siempre van al agresor independientemente de causas. Hay otras formas de demostrar inconformidad sin llegar al método cavernícola el cual por lo que se ve no es tan efectivo porque se repite una y otra vez. Dicen quienes se ven envueltos en estas formas de convivencia que luego del primer golpe vienen andanadas. Algunas veces la trama real acaba con uno en el cementerio y el otro tras las rejas. Detrás queda una estela de sufrimientos, dolores,  traumas y sobre todo un mal ejemplo que los hijos pueden imitar.
En países del medio oriente las mujeres sufren más, son desorejadas, les cercenan la nariz, los dedos y el clítoris para evitar que la misma llegue al orgasmo y que por ende traicione al esposo tras el deleite sexual. En otros casos la lapidación es el espectáculo predilecto y al mismo tiempo ejemplarizante.

Las leyes en algunos países fundamentalmente musulmanes y africanos prácticamente no tienen en cuenta al sexo femenino. La primera omisión es no dar oportunidades a las mujeres para que tomen parte en la vida social y limitan sus espacios al hogar y en algunos lugares como simples esclavas domésticas o produciendo bienes muy mal pagados.
En otros países, algunos europeos, la mujer en las leyes sí es tenida en cuenta pero sucede que las leyes se interpretan y se aplican casi siempre por hombres que tienen sus puntos de vistas bien masculinos arraigados de una cultura ancestral de cuando las cruzadas, los vikingos o los bárbaros.
En otros siglos la esclavitud era vista con látigos y encadenamientos. Hoy en la época de internet y los viajes espaciales los latigazos a la moral y los encadenamientos a la mente pueden ser más dolorosos. Más allá de causas, culpas y juramentos habría que ir a preceptos muy simples pero prácticos y justos como el respeto a todos y a todo.
Ante tales casos la mejor opción es escapar de las espinas de la relación cuando se torna hiriente y turbulenta, más aún si nos llevamos por el escritor William Faulkner quien expuso de modo irónico pero cierto: “se puede confiar en las malas personas, nunca cambian” A quien va iniciar una nueva relación re cuerda que las personas son como la luna siempre tienen un lado oscuro que no enseñan a nadie, estudie al ser con quien va a desnudar el cuerpo y el alma. Respete y exija respeto

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