jueves, 4 de agosto de 2011

Alegría versus naturaleza.


Los carnavales y los fenómenos meteorológicos tienen algo en común con los banenses. La primera gran y amarga experiencia fue el Ike que la emprendió con este territorio en pleno carnaval por lo que hubo que interrumpir las fiestas, botar la cerveza, evacuar a la población foránea e iniciar una movilización sin antecedentes ni experiencias reales.

Ahora los medios comenzaron a hablar de los carnavales banenses, los que tendrán lugar los primeros días de septiembre, y ya comienzan las amenazas huracanadas con Emily. De todas formas Banes no tiene la cultura ciclónica de los pinareños o los habitantes de la Isla de la Juventud y la confianza se hace sentir, ven la tormenta como algo lejano que si acaso nos dejará un poco de agua. Pero tal confianza no debe exagerarse.
Por ello el Consejo de Defensa y los órganos de dirección están activados poniendo en función las medidas para tales casos. Hay que evitar la pérdida de vidas humanas y económicas. Se realiza la evacuación de los veraneantes en las playas, se alerta a quienes viven cerca de ríos, embalses y en las costas y se llama a la población para que compre la canasta básica familiar. En caso de necesidad cada cual sabe qué debe hacer.
En Banes esta tarde de jueves hay sol, calor y para nada miedo, la gente habla en las colas o en donde se agrupan y comentan como verdaderos expertos sobre la velocidad de los vientos de Emily, de su traslación y hasta del cono de probabilidades en su trayectoria. Unos jaranean a lo cubano y otros afirman que no pasará nada. ¿Por qué seremos así? Quizás sea el destino y la mezcla. ¡Qué clase de mezcla hicieron en la caldera nuestros antepasados!
De todas formas el carnaval vendrá y ojalá no vengan más huracanes aunque si ello ocurriera de seguro estamos preparados. El “gran Ike” no aparecerá más en la lista de nombres de fenómenos meteorológicos,  su torbellino dejó huellas demasiado profundas en este pueblo incluyendo  lecciones que no olvidaremos jamás.



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