jueves, 2 de febrero de 2012

Matar a Fidel: la confesión de un fracaso


En diciembre se publicó una información que aseveraba la justeza de que el Comandante Fidel Castro entrara al Libro Guinnes de récords porque lo intentaron asesinar en 638 ocasiones. Respecto a ello varios medios expresaron sus puntos de vista pues Cuba casi siempre está presente en los sitios informativos más prestigiosos.

Una de las mejores opiniones fue la del corresponsal de la BBC en la Habana, quien reconoce que en los intentos de asesinar al líder histórico de la Revolución cubana coordinaron esfuerzos la Casa Blanca, la mafia, la CIA y los exiliados de Miami y que no tuvieron éxito a pesar de que contrataron a los mejores asesinos, compraron a algunos allegados, contrabandearon fusiles y bazucas, convirtieron cámaras en pistolas, inventaron venenos y contaminaron regalos.
Escribió Fernando Ravsberg que lo que no lograron estos especialistas armados hasta los dientes lo han hecho los medios de Miami. “Realmente los Récords Guinnes deberían inscribir a Fidel también como la persona que más veces murió... en la prensa. Allá por los años 90, en una cena con un grupo de corresponsales extranjeros Fidel dijo en tono burlón que los periodistas habían anunciado tanto su muerte que el día en que suceda nadie la iba a creer”. Recordaba el colega que hacía poco tiempo que en La Florida habían publicado un nuevo informe sobre su deceso a pesar de lo cual reapareció en la inauguración de un curso escolar. “Acudió toda la prensa acreditada y los corresponsales se empaparon viéndolo hablar bajo la lluvia”.
Según los medios foráneos las fuentes que originan los rumores son lo suficientemente cercanas a él como para darles credibilidad y lo bastante difusas para nunca poder comprobarlos, según los periodistas de Miami son "militares de alto rango", "familiares de dirigentes cubanos" o "miembros del equipo médico del comandante".
Pero las profecías del exilio anticastrista pocas veces se cumplen, lo cual no parece importarles mucho, es como si apostaran por la habilidad de convertir los deseos en realidades utilizando solo la fuerza del pensamiento. Lo gracioso es que cuando Fidel realmente estuvo al borde de la muerte, como reconoció él mismo, no hubo rumores previos, parece que ese verano, las fuentes de la prensa de Miami estaban de vacaciones.
Como escribiera un periodista acreditado por la cadena BBC en Cuba “Los periodistas nos ahorraríamos fracasos si nos centráramos en informar sobre lo que ocurre y dejáramos las predicciones para los astrólogos mayas. Mucho más si nos toca escribir sobre un país tan impredecible como Cuba”.
Continúa escribiendo este buen profesional que Cuba es “una revolución verde que resultó ser roja, la que los americanos iban a derrocar en unos meses, hasta que vieron misiles rusos asomados entre las palmas. Nunca pudo producir más leche que Holanda ni evitar que el hombre nuevo emigre pero sobrevivió al derrumbe soviético”.
Reconoce el corresponsal extranjero que Cuba es un país de paradojas en el que un Papa excomulga al Presidente y otros dos Papas lo visitan como si nada hubiera pasado. Donde supuestamente Fidel nunca iba a renunciar, ni Raúl sería incapaz de sostenerse en el poder y no se tolerarían reformas. Para entender esta nación es imprescindible aceptar que aquí hay cosas que no son lo que parecen, el salario no es el ingreso, los pobres no están desnutridos, un profesor puede ganar menos que un portero y la Salud es el sector que más dinero aporta pesar de ser gratuita.
Somos un país de gente muy nacionalista que, sin embargo, aceptamos el liderazgo de generales y comandantes extranjeros en nuestras guerras.
Continúa diciendo el corresponsal de la BBC que “si difícil es entender el acontecer de la nación mucho más es predecir la fecha exacta del fallecimiento de uno de sus hijos. Por esa razón lo más cuerdo y profesional parece ser informar las cosas cuando haya confirmación. Sentarse a esperar la muerte del adversario anunciándola una y otra vez como voceros de funeraria, es humanamente poco ético, periodísticamente de escasa credibilidad y políticamente implica una confesión pública de su propio fracaso”. Esa es la realidad de algunos en Miami.

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