lunes, 18 de marzo de 2013

Trabajar para el oído y el corazón.




La radio es magia, es sueño, Imaginación y también es seriedad, de ello no hay dudas. Pero quien da esas cualidades es la audiencia, ese ser o grupo de ellos que escucha y se imagina imágenes a partir de los sonidos.

Al oyente llegan señales con determinadas intenciones, de puertas que se abren, ríos cantarines, parejas que suspiran o expresiones ambientales y ello surte efectos, pero hay más, también existen los parlamentos, el diálogo y la entonación y de ahí se transforman o se consolidan determinados estados de ánimo, se trabajan patrones de conductas y hasta ideologías. Con la radio la audiencia se aglutina, se convoca y en algunos casos se trabaja para eliminar determinadas tendencias negativas.
De esta manera crecen ilusiones, se forma una cercanía y una unión entre realizador y destinatario, la radio por lo tanto estimula los sentidos y genera emociones. Como escribiera un colega: “la radio navega nuestra vida, acompaña nuestros instantes solitarios, deriva nuestras penas, embarca las alegrías. La radio sugerente emerge como la eterna compañera para dibujar nuestros sonidos cotidianos y evocar los imaginarios”
Para el realizador radial su razón de ser es la audiencia, ella nos transforma, exige mejores productos, pide canciones y pasa a ser activa pues también los micrófonos se abren para recoger su voz. En esa estrecha relación los comunicadores debemos superarnos, conocer al destinatario, sus gustos y preferencias, también sus temores, alegrías y encontrar en algún momento el contacto y el conocimiento. Así la familia radial se fortalece y el oyente se siente más participe y más dueño para obtener el protagonismo que realmente merece. Para el oyente que no conoce a los actores de la radio esta es un misterio aunque dijo alguien que el misterio tiene su servidumbre, si lo tocas lo mancillarás, si buscas controlarlo lo arruinarás y si intentas comprenderlo entonces enloquecerás. De todas formas te digo que uno de los mejores dones es el de escuchar, pues si hablar es una necesidad, escuchar es un arte.

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