jueves, 31 de agosto de 2017

Escuchar versus oír.

28 e 2Hablar correctamente es difícil. Saber escuchar es mucho más. Las grandes diferencias están en que usted habla lo que desea pero escucha todo cuanto el oído sea capaz de recepcionar. Lo bueno, lo malo, puntos de vistas errados, palabras soeces y hasta agresivas.
El oído está abierto a todo, no se puede dominar, pero las “entendederas” sí y ahí radica el gran problema. Hay quien dice “porque lo dijo fulano” y ya. Es una especie de cuño, una divisa a cumplir sin importar cuan errado está el origen del mensaje.
El entendimiento, la comprensión y la decodificación del mensaje depende de la calidad del emisor, las intenciones del hablantey la comprensión del mismo de lo que se dice, pero aún más depende de los deseos y temores de quien lo recibe.
De esta manera, lo que se dice por los medios de comunicación puede ser desvirtuado y una historia oída suele ser mal interpretada y peor recontada. A veces dicimos “esto es así”, de manera clara, precisa y sintética; creemos que no habrá margen a dudas y sí, el oyente decide la escucha de manera, consciente o no.
28 e 1Tal vez, y como casi siempre, no podemos acallar a quien nos expresa lo indeseado, pero sí podemos poner un filtro de conocimientos, voluntad e inteligencia y escuchar lo que bien vale la pena.
Alguien escribió: “presta a todos tus oídos y a pocos tu voz”, pero toda regla tiene su excepción. “Hablar es una necesidad, escuchar es un arte” escribió el poeta alemán Goethe. Esto nos llama a distinguir entre oír y escuchar.
La audición es, esencialmente, una participación pasiva de los órganos de los sentidos físicos. Escuchar implica a todo nuestro ser.   

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