martes, 22 de agosto de 2017

Oír versus hablar.



Oír versus hablar.
Por Orestes Díaz Guerrero.
Hablar correctamente es difícil. Saber escuchar es mucho más. Las grandes diferencias están en que usted habla lo que desea pero escucha todo cuanto el oído sea capaz de recepcionar. Lo bueno, lo malo, puntos de vistas errados, idiotas, palabras soeces y hasta agresivas.
El oído está abierto a todo, no se puede dominar pero las entendederas sí y ahí radica el gran problema. Hay quien dice “porque lo dijo fulano” y ya. Es una especie de cuño, una divisa a cumplir sin importar cuan errada está el origen del mensaje.
El entendimiento, la comprensión y la descodificación del mensaje depende de la calidad del emisor, las intenciones del hablantey la conformación del mismo de lo que se dice, pero aún más depende de los deseos y temores de quien lo recibe. La fe que se tenga en quien lo diga y hasta los estados de ánimo y aspiraciones de quien quien recepciona.
Así lo que se dice por los medios puede ser desvirtuado y una historia oída suele ser mal interpretada y peor recontada. A veces usted dice esto es así, de mabera clara, precisa y sintética, usted cree que no habrá margen a dudas y sí, el oyente decide la escucha de manera consciente o no.
Tal vez, y como casi siempre, no podemos acallar a quien nos expresa lo indeseado pero sí podemos poner un filtro de conocimientos, voluntad e inteligencia y escuchar lo que bien vale la pena.
Alguien escribió “presta a todos tus oídos y a pocos tu voz” pero toda regla tiene su excepción. “Hablar es una necesidad, escuchar es un arte” Escribió Goethe. Esto nos llama a distinguir entre oír y escuchar. La audición es esencialmente una participación pasiva de los órganos de los sentidos físicos, escuchar implica a todo nuestro ser.    

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