miércoles, 2 de marzo de 2011

Infamia al periodismo.

En los últimos días fueron publicadas una serie de imágenes que representan el accionar dentro de la llamada disidencia interna cubana o lo que es lo mismo de un pequeño número de personas sin líderes, sin programas, sin amor ni patriotismo. Para ello fueron sacados a la luz pública los verdaderos perfiles de dos agentes de la seguridad infiltrados en los grupúsculos contrarrevolucionarios. Uno de ellos ejercía de periodista quien dio su testimonio de cómo se viola la ética y las normas básicas de la profesión por parte de personas que actúan a ciegas guiadas por el olor del dinero, el deseo de romper el anonimato y con el propósito de escalar supuestos escalones que le lleven a bordo de un avión destino España o Estados Unidos.
El agente infiltrado demostró lo que un periodista independiente debe hacer, lo que se exige y pide, escenificó cómo es el periodismo disidente, algo muy lejos de la pasión y el cálculo que se debe tener para ejercer la profesión.
Periodismo no es hablar o escribir, nooooooooo, es más: es empatía, capacidad de ponerse en la piel del otro, conocimiento de idiomas y culturas, es especializarse y profundizar en los temas de actualidad, tener los ojos y oídos bien abiertos y estar en contacto con la calle, porque es en ella donde se producen las noticias y donde se puede palpar la realidad.
El periodismo exige redacción y debate donde la actualidad y la polémica hiervan al vertiginoso ritmo de la curiosidad insaciable de quienes ejercen la profesión.
Para ser un buen periodista se requiere además de ser un apasionado en su profesión, tener espíritu aventurero, y por encima de todo estar siempre en busca de la verdad, una verdad que sea objetiva para cualquiera que le llegue el mensaje y no para que simplemente le guste a quien la diga y a quien la manda  hacer.
Como dijera Martí: “No es el oficio de la prensa informar ligera y frívolamente sobre los hechos que acaecen. Toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir; tócale examinar los conflictos, no irritarlos con un juicio apasionado; no encarnizarlos con un alarde de adhesión, tócale proponer soluciones, madurarlas y hacerlas fáciles, someterlas a consulta y reformarlas según ella; tócale, en fin, establecer y fundamentar enseñanzas, si pretende que el país la respete, y que conforme a sus servicios y merecimientos, la proteja y la honre".
Añadía el Apóstol: Tiene la prensa altísimas misiones; una es explicar en la paz, y en la lucha fortalecer y aconsejar; la otra es hacer estudio de las graves necesidades del país, fundar sus mejoras, facilitar así la obra a la administración que rige, ayude la prensa a los que gobiernan, señalando y presentando estudiadas las cuestiones que necesitan más seria y urgente reforma".
En fin que el periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida digna y justa.

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