miércoles, 23 de abril de 2014


Pesadilla  en la almohada de los sueños.
Por Orestes Díaz.
En la provincia de Namibe, en el sur de Angola, vi una vez a una niña sujeta por mujeres a la que le hacían algo en sus genitales, los gritos eran desgarradores y quienes le rodeaban se comportaban de manera normal. Con el tiempo deduje que la pequeña estaba siendo mutilada genitalmente. Y aunque en febrero existe un día mundial contra la mutilación genital femenina la Organización Mundial de la Salud advierte sobre esa extendida práctica.
Además del trauma psíquico las afectadas pierden casi toda la sensibilidad y les es casi imposible llegar al orgasmo, por otro lado hay féminas que mueren desangradas o por infección en las jornadas siguientes al hecho el cual por lo general es ejecutado rudimentariamente por curanderas o mujeres mayores quienes emplean vidrios, cuchillos o cuchillas de afeitar sin condiciones. Además los cortes se realizan sin ningún tipo de anestesia.
Conocida también como “ablación sexual” esta práctica comprende la mutilación de los genitales externos femeninos para que esta no sienta placer sexual y como método para llegar al matrimonio con la virginidad inmaculada, asegurando los padres que la chica sea aceptada por el esposo. Otros propósitos son fortalecer la fidelidad de mujer y que los hijos sean solamente del marido.
Según la OMS cada año “cerca de tres millones de niñas son sometidas a la extirpación de su clítoris o, en el peor de sus casos, también de sus labios genitales mayores y menores”. Las organizaciones humanitarias denuncian que la mutilación genital femenina es habitual en 28 países africanos y algunas regiones asiáticas. En nuestro continente se han denunciado prácticas en tribus colombianas.
Credos, culturas, tradiciones, discriminación sexual y social son argumentos que sirven de escudo o motivación a ejecutar prácticas tan bárbaras pues las religiones no lo establecen.
La mutilación es un recordatorio de la inferioridad femenina ante el “sexo fuerte” es afianzar la idea de no tener derecho a la realización física y espiritual. En Cuba tales prácticas no se permiten. Buscando datos sobre el tema encontré esta frase ideal para reconocer el status de nuestras mujeres: “La libertad, el amor y la salud son como el agua, que no se siente su necesidad hasta que empieza a faltar”. 

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