lunes, 10 de noviembre de 2025

Libertad de expresión.

 

En colas, coches, en la bodega o en la farmacia. A veces en dúos el vecino se desahoga, también el desconocido. Se dicen locuras, sueños, también realidades. Se escuchan cosas dignas y otras descabelladas.

Alguien escribió al final de la primera mitad del siglo pasado que los hijos de esta tierra hablan de todo y de todos. Tremenda vigencia. Pero el ciudadano común parece que necesita más. Quiere destacarse, ser tenido en cuenta, e incluso ser importante. Así se aferra al verbo y discursar por doquier.

Llama la atención que con frecuencia se habla, y con razón, de la libertad expresión. Es obvio que hay que tenerla, decir lo que se siente, pero en el lugar adecuado, porque si no exigimos algo justo y con ello hacemos algo injusto. Para qué hablar cuando no se nos escucha a no ser que sea a modo de catarsis.

Sin embargo, como decía el gran Eduardo Galeano, primeramente y sobre todo, más que libertad de expresión hay que tener libertad de pensamiento.

¿Qué importa la libertad de expresión si lo que se dice no son más que imbecilidades? Para qué sirve si no se sabe pensar, si no existe sentido crítico y analítico, si no sabes ser libre intelectualmente.

“Libres son quienes crean, los que no copian y libres son quienes piensan y quienes no obedecen por obedecer. Educar es enseñar a dudar”, añadía el escritor y ensayista uruguayo Eduardo Galeano, y yo agregaría: educar es enseñar a pensar y a hacer uso responsable de la libertad. La duda ejerce influencia en la búsqueda y el aprendizaje.

Según algunos teóricos latinos, entre los que estaba Galeano, “el mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar…” Unos hablan y los otros se sienten aludidos, como si no hubiese terceras opciones. No solo existe el blanco y el negro. Hay auroras y ocasos, incluso arcoíris. Pero hay que pensar, debemos atrevernos a pensar e imaginarnos opciones porque si no, caemos en el círculo vicioso que corroe y eso mata la esperanza.

El miedo es dañino, mata la esperanza, sin embargo, tal y como la esperanza es el antídoto del miedo, según Eduard Punset «La felicidad es la ausencia de miedo.»)...

Para hablar libremente primero hay que pensar libremente, adquirir conocimientos y no repetir como un autómata. Atreverse a ser feliz y muchas veces pensar diferente. Hoy más que nunca hay que buscar los valores morales independientemente del monetario, que también hace falta.

Estamos necesitados de destruir ladrillo a ladrillo los espejismos que la voracidad a veces nos impone en la vida diaria. Con la fuerza de la palabra y el pensamiento se puede intentar.

En estos tiempos el mundo a veces, y de muchas formas, nos domestica para que desconfiemos del prójimo, para que el otro sea una amenaza y nunca una promesa. Fuimos nacidos hijos de los días, porque cada día tiene una historia y nosotros somos las historias que vivimos.

 

Vamos a los medios.

 

En otras sociedades la gente paga para salir en los medios de comunicación. Las empresas invierten a veces millonadas en una imagen o un slogan de solo segundos para salir en una publicación de cualquier tipo. Los entrevistados viven el momento, se sienten realizados y agradecidos. Aquí un periodista, comunicador o realizador radial muchas veces casi tiene que rogar para obtener una entrevista con un representativo empresarial o o de un organismo estatal.

Cuando se analiza un problema donde primero se debe ir es al examen de las causas que originan el fenómeno en cuestión. Estas pueden ser muchas. No siempre son las mismas como tampoco coinciden en todos los lugares. Puede ser falta de interés, desconocimiento de la actividad, incapacidad para desarrollar cargos, engreimiento, egocentrismo o simplemente estamos ante un papanatas.

Eso se vive mucho en los organismos del estado, incluso en los nuevos actores económicos que van surgiendo. Pero sucede que en la calle ante problemas serios como el transporte u otro servicio o producto, encontramos que la gente tampoco quiere hablar incluyendo a los afectados de modo directo.

Una vez frente a la sombrilla no puede obtener opiniones sobre el transporte hacia la ruta de Guardalavaca pese a que aquello estaba lleno de gente que pretendía llegar a su lugar de destino. Encontré a viajeros más osados que iban en la dirección a Los Pinos y Deleyte que expusieron su malestar a través de opiniones verbales.

Las negativas pueden estar dadas por temor, miedo escénico, falta de socialización o un supuesto nivel cultural muy bajo que no creo que sea la media. Hay seres prácticamente iletrados que hablan demasiado.

Para las entidades estatales, directivos y representantes son servidores públicos, son personas encargadas de servir a la sociedad. Negarse a brindar información positiva o no es una infracción, una falta de sensibilidad y de respeto hacia aquel segmento poblacional a quien se debe su trabajo, solo las monarquías reciben las herencias de mando por derecho propio o porque el monarca así lo decidió. En nuestra realidad no es el caso. Ser jefe de organismo o representante de una entidad no es designio por poseer sangre azul.

Explicar e informar se agradece desde el otro lado del escenario. El desconocimiento genera muchas aristas, desinformación, memes, burlas, malestar, rumores mal intencionados o no, pero rumores al fin que crecen y distorsionan por cada individuo que no ponga a correr de voz en voz.

Pese a que un producto vaya a salir en mal estado o simplemente que estará en falta es mejor informarlo, que los destinatarios conozcan y sepan las causas. Eso ayuda, ofrece credibilidad y da razón de ser. ¿Si no existe preocupación por informar, cree usted que exista compromiso en cumplir con la tarea de servidor público? Es una tarea pendiente. La respuesta casi a ciegas es que no.

De ahí surge el escepticismo, o sea, doctrina que asegura que la verdad no existe y que, en caso de que exista, el ser humano es incapaz de conocerla. Crecen los cuestionamientos y la desconfianza ante los implicados y hasta en otras dimensiones que nada tienen que ver con el problema.

Nos comunicamos porque somos seres sociales y necesitamos relacionarnos para poder vivir. La comunicación representa la expresión más compleja de las relaciones humanas.

Cuando nos comunicamos hacemos varias cosas a

la vez: expresamos emociones, sentimientos, actitudes, preocupaciones, ideas, entre otras cosas. informamos alguna noticia, intercambiamos con otras personas, generamos respuestas que pueden tener forma de mensajes y hasta formamos conductas. Informar es vital, es un proceso de beneficios. Cuando se entienden necesidades, se proponen soluciones. Es el derecho de unos y la obligación de otros.

 

 

A los padres.

 

“Tus defectos como hijo, son mi fracaso como padre ..." – Le dijo el emperador Marco Aurelio a su hijo Cómodo. Quizás todos reconozcamos la emotiva escena de la película épica de 2000, Gladiador. Ha vivido en mi conciencia estos 22 años desde que por primera vez la vi siendo un mero adolescente, sin hijos, ajeno a la profundidad de dichas palabras. Pero rara vez se han pronunciado líneas más verdaderas en la historia del cine que estas. Los seres humanos somos criaturas miméticas. Aprendemos más imitando que aún por la instrucción didáctica que recibimos. Y de todos los modelos por los cuales comparamos y contrastamos nuestros comportamientos, allí, erguido por encima de todos los demás, se destaca la figura paterna. Puedes decir lo que quieras de tal figura, puedes amarla o aborrecerla, puedes alabarla o demonizarla, pero su centralidad en la formación del niño es ineludible. ¡Su presencia (o ausencia), no puede ser sustituida por nada! Ninguna cohorte de psicólogos, ni un ejército de trabajadores sociales, ni políticos o clérigos, ni filósofos o maestros de escuela, pueden impactar a un niño como un padre amoroso. De hecho, así de profundo es la influencia del padre: tiene el poder de afectar no solo a su hijo inmediato, sino incluso la vida de los hijos de sus hijos, hasta la 3ra y 4ta generación. Muchos dirán, "¡pero espera!, ahora sabemos que gran parte de nuestra personalidad y rasgos de carácter están determinados genéticamente". Cierto. Pero incluso aquí, la mitad de la composición genética de nuestros hijos proviene de nosotros. Así que, incluso en esta dimensión aparentemente inalterable, nosotros también somos responsables en gran medida. No importa cómo lo veas, o cómo lo partas, la centralidad del padre es inevitable: un hecho de la biología, un principio divino del cosmos. Por lo tanto, padres: amad a vuestros hijos, dedicad tiempo a vuestros hijos, de todas tus empresas y aspiraciones en la vida, que ninguna tenga prioridad sino la crianza de tus hijos. Pues, ¿de qué vale construir un imperio que cubre la tierra de mar a mar, solo para verlo quedar en ruinas a manos de tu propio hijo? ... "¡Oh Marco Aurelio! Tanto tiempo le dedicaste a la filosofía, a la conquista militar, a extender la gloria de Roma y su Senado a tierras lejanas, que olvidaste el legado más importante que pudiste haber dejado: un hijo digno del trono". Padres, no cometáis el mismo error. Que tus hijos sean el mayor legado de tu vida. Via. Cristiano conservador Creditos a su autor.

Escuchar las quejas.

 

La atención a las quejas y solicitudes de la población es un aspecto tratado desde el más alto nivel de dirección del país, sin embargo aún laten dificultades que afectan a quienes asisten a una entidad estatal con la esperanza de que le solucionen su problema o que al menos le indiquen una senda o gestión a seguir.

Por ello desde el Consejo de la Administración Municipal en Banes se exige periódicamente realizar evaluaciones en los diferentes consejos de dirección de las entidades para analizar problemas, condiciones y actuar acorde a la realidad de cada colectivo.

Estaba en una parada pasó una estudiante, me miró a los ojos y le dije buenos días. Me enseñaron así, me educaron a que eso estaba bien, que era lo correcto. Pero parece que ya no. La tecnología y algunos educadores de conjunto con creo que muchas familias obviaron eso.

Traté el tema con otra chica y me dijo que eso es asqueroso. Palabras textuales. Hablar con viejos, contestar a viejos, mirar a viejos. Causa asco. Otra vez textualizo.

Eso no quedó ahí. Me mortificaba el cerebro. Cómo tanta barbarie, a dónde vamos?. Introduje el tema en un seno familiar de variables de edades balanceadas para intentar buscar un error o para ver si realmente estamos perdidos. La estudiante preuniversitaria presente dijo que era verdad. No se saluda, no se mira, no se contesta a desconocidos. Su madre y abuela, gracias a algo o alguien le llevaron la contraria. Pero no. La joven reafirmó su punto de vista y Basta.

Creo que es algo peor que el holocausto judío. Si asumimos la situación a nuestras realidades y a la cultura autóctona, de seguir así, viene un jodido holocausto.

¿Quiénes actuarán como trabajadoras sociales con el sello humanísimo que les dio Fidel de Médicos del Alma? ¿Quién bañará y aseará a los ancianos en 10 años? Y así quién hará tantas cosas que hacen falta y que harán más falta aún ante la escapada de jóvenes, los bajos niveles de natalidad y el acelerado proceso de envejecimiento poblacional.

Por suerte, no siempre todo está perdido, pocas horas después cuando regresaba de una placita venía una niña por la acera por donde yo transitaba. Era mi regreso de una placita. Me aparté y ofrecí toda la senda, recordando lo escuchado en las dos conversaciones ilustradas en este trabajo. Y,…, la chica me dio las gracias. Era una niña. Quizás adolescente. Me dejó atónito, pero al fin pude balbucear un por nada. No lo esperaba. Debí hacer añadido más. Pero al menos pude tener el sabor de algo justo y decente.

Cierto que hay acosadores, tiradores, como se quiere decir. Existen personas de todo tipo, mayores que insultan con sus groserías a las jóvenes y a cualquiera. Es un tema difícil porque cada quien es un universo aparte. Una compañera de trabajo me decía que a ella no le importa la opinión de alguien sobre su cuerpo, maquillaje o lo que sea. Ella es ella y el punto de vista ajeno, ajeno es.

Pero creo que una respuesta decente, ante una muestra fuera de lugar, ajusta muchas veces la situación, se puede desarmar a quien provoca, agrede con la mirada o el verbo. Ponerse en el lugar del otro es ley de la manada. Y no diferenciar la decencia, cuando menos, nos hace indecentes.

Pero un saludo formal, decente, no es un punto de vista, es educación. En filmes, novelas, por necesidad, señores y también lo es en la vida real.

Imagínese un conflicto entre las generaciones que peinan canas y quienes disfrutan el reguetón agresivo. Por un lado, no te atiendo, no te ofrezco trabajo, no te doy nada y por la cara juvenil lo mismo o más. Un holocausto.

Conocí a una maestra que no respondía casi nunca al saludo, una bibliotecaria que al parecer jamás leyó pues tampoco era cortés. Hay familias donde no se hablan temas de educación y así. En este mundo donde vivimos debe haber de todo para darle valor a lo que realmente lo merece. Y el saludo es una joya. El buen trato también, no la estupidez.

Plasmó una escritora alemana de nombre difícil: Hannah Arendt que “La muerte de la empatía humana es uno de los primeros y más reveladores signos de una cultura a punto de caer en la barbarie”

La persona más útil no es una cabeza llena de conocimiento, sino un corazón lleno de amor, un oído listo para escuchar y una mano dispuesta a ayudar a otros.

 

Ser agradecidos es una virtud.

 

Muchos psicólogos creen que el cerebro está literalmente programado para la negatividad, ya que anticiparse al peligro es lo que nos ha permitido como especie sobrevivir a lo largo de la historia. Si bien es cierto, ser más agradecidos y pensar en positivo sigue siendo antinatural para algunos humanos.

Ser agradecido es una virtud. Se puede dar gracias a un hecho, persona, institución, a la suerte, a un ser divino, a cualquier cosa; a un animal, no importa, a algo o a alguien. La persona agradecida sabe de lo que hablo, para quien es como el gato tal vez no me entienda en toda la magnitud del mensaje. Y es que dice que los mininos cierran los ojos para no ver quien le alimenta o le acaricia. Tampoco lo creo, simplemente es una acción natural, genética, de su organismo si no para agradecer, sí para disfrutar a plenitud del gesto que se les brinda, bien de amor o de subsistencia con la alimentación.

Hay audiencias que agradecen un programa, un producto radial o una información, tal agradecimiento o tolerancia puede ser por necesidad, por motivación, por amor o por que se comparten los gustos y los puntos de vistas. Pero también existen audiencias ultra críticas, individuos que se creen perfectos o están despechados y arremeten contra todo lo que aquí se dice y hasta a la música la miran con acidez.

Hay que ver esas caras y expresiones. Gente que no se siente satisfecha ni con la vida misma, seres irrealizados que no son lo que quieren, por lo que sea, por designio divino o porque eso fue lo que sembraron, recuerde que se recoge lo que se siembra y a veces ni así se obtiene lo deseado. Pero al final hay gente que no agradecen nada, no solo a los medios, no gratifican a casi nadie porque no ven la parte buena de lo que sucede o reciben.

Si das aceite te dicen y qué voy a freír. Si tienen arroz con qué me lo voy a comer, aludiendo al plato fuerte. Si reciben dos querían cuatro y así son una serie de puntos suspensivos llenos de inconformidades que desgraciadamente tratan de hacer llegar a los demás premeditadamente o al natural, en la socialización de la bodega, en un colectivo e incluso en una reunión con un grupo de amistad o en la familia. Y está la otra cara de la moneda. Hay personas que agradecen todo, es tanto el nivel de hidalguía que si una rama le inutiliza un ojo lo agradece, porque si esa rama hubiese sido una horqueta le hubiera sacado los dos.

Agradecer es el arte de hacer cosas buenas, reza un simple proverbio que encierra una gran verdad.

La gratitud, la cualidad de ser agradecido, consiste en apreciar los aspectos no materialistas de la vida. Es la voluntad de reconocer que los demás desempeñan un papel en nuestro bienestar emocional.

La gratitud lleva a las personas a notar las cosas buenas que tienen, lo cual lleva a una reducción del estrés y a eliminar síntomas depresivos. La congratulación también ha mostrado tener efectos positivos en las relaciones cuando las personas se toman el tiempo de decir 'gracias'. La gratitud es sincera, se siente y se expresa de modo espontáneo, no es estratégica, no se planifica.

Los seres que poseen estas cualidades suelen mostrarse agradecidos con todo el mundo y con la mayoría de las situaciones que acontecen en sus vidas. Tienen en cuenta a su interlocutor al dar las gracias y se adaptan a él y a las circunstancias. Suelen ser personas detallistas, les gusta regalar.

El imán del amor y la gratitud impulsa a agradecer a diario las cosas por las que el alma se siente dichosa. Permite ser feliz a uno y a los demás. Gratificamos a la audiencia sus gestos y su interés. Eso es agradecimiento también.