En otras sociedades la gente paga para salir en los medios de comunicación. Las empresas invierten a veces millonadas en una imagen o un slogan de solo segundos para salir en una publicación de cualquier tipo. Los entrevistados viven el momento, se sienten realizados y agradecidos. Aquí un periodista, comunicador o realizador radial muchas veces casi tiene que rogar para obtener una entrevista con un representativo empresarial o o de un organismo estatal.
Cuando se analiza un problema donde primero se debe ir es al examen de las causas que originan el fenómeno en cuestión. Estas pueden ser muchas. No siempre son las mismas como tampoco coinciden en todos los lugares. Puede ser falta de interés, desconocimiento de la actividad, incapacidad para desarrollar cargos, engreimiento, egocentrismo o simplemente estamos ante un papanatas.
Eso se vive mucho en los organismos del estado, incluso en los nuevos actores económicos que van surgiendo. Pero sucede que en la calle ante problemas serios como el transporte u otro servicio o producto, encontramos que la gente tampoco quiere hablar incluyendo a los afectados de modo directo.
Una vez frente a la sombrilla no puede obtener opiniones sobre el transporte hacia la ruta de Guardalavaca pese a que aquello estaba lleno de gente que pretendía llegar a su lugar de destino. Encontré a viajeros más osados que iban en la dirección a Los Pinos y Deleyte que expusieron su malestar a través de opiniones verbales.
Las negativas pueden estar dadas por temor, miedo escénico, falta de socialización o un supuesto nivel cultural muy bajo que no creo que sea la media. Hay seres prácticamente iletrados que hablan demasiado.
Para las entidades estatales, directivos y representantes son servidores públicos, son personas encargadas de servir a la sociedad. Negarse a brindar información positiva o no es una infracción, una falta de sensibilidad y de respeto hacia aquel segmento poblacional a quien se debe su trabajo, solo las monarquías reciben las herencias de mando por derecho propio o porque el monarca así lo decidió. En nuestra realidad no es el caso. Ser jefe de organismo o representante de una entidad no es designio por poseer sangre azul.
Explicar e informar se agradece desde el otro lado del escenario. El desconocimiento genera muchas aristas, desinformación, memes, burlas, malestar, rumores mal intencionados o no, pero rumores al fin que crecen y distorsionan por cada individuo que no ponga a correr de voz en voz.
Pese a que un producto vaya a salir en mal estado o simplemente que estará en falta es mejor informarlo, que los destinatarios conozcan y sepan las causas. Eso ayuda, ofrece credibilidad y da razón de ser. ¿Si no existe preocupación por informar, cree usted que exista compromiso en cumplir con la tarea de servidor público? Es una tarea pendiente. La respuesta casi a ciegas es que no.
De ahí surge el escepticismo, o sea, doctrina que asegura que la verdad no existe y que, en caso de que exista, el ser humano es incapaz de conocerla. Crecen los cuestionamientos y la desconfianza ante los implicados y hasta en otras dimensiones que nada tienen que ver con el problema.
Nos comunicamos porque somos seres sociales y necesitamos relacionarnos para poder vivir. La comunicación representa la expresión más compleja de las relaciones humanas.
Cuando nos comunicamos hacemos varias cosas a
la vez: expresamos emociones, sentimientos, actitudes, preocupaciones, ideas, entre otras cosas. informamos alguna noticia, intercambiamos con otras personas, generamos respuestas que pueden tener forma de mensajes y hasta formamos conductas. Informar es vital, es un proceso de beneficios. Cuando se entienden necesidades, se proponen soluciones. Es el derecho de unos y la obligación de otros.
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