martes, 31 de mayo de 2011

Los niños en su día.




Un niño es rico con una simpleza, todo está en que le guste, en que le brillen los ojos. No importa que sea un caracol del mar, un pedazo de vidrio desenterrado o un destartalado reloj de tractor que ya no mide nada y que embarra las manos de aceite. Andar con un tirapiedras colgado al cuello, los bolsillos llenos de trastes, un trompo o una lata con lombrices y un hilo de pescar es como un paseo turístico y hasta mejor. Al hombre le interesa lo real, aunque no sea lo deseado. Al niño le importa lo deseado, aunque no sea real.

Para el niño de campo montar un caballo, enyugar una pareja de pomos como si fuesen bueyes y tener sus propios animales de verdad o imaginariamente es lo máximo. También es cierto que tales elementos culturales y costumbristas van dando paso a otros como las bicicletas, los hipo, memorias, móviles y otros implementos de la modernidad. Comer mangos y andar descalzos es  rico, bañarse en el río cuando les de la real gana aún es posible siempre y cuando haya llovido y los charcos estén limpios, ya habrá tiempo para que el pelo y la ropa se sequen y mamá no se entere.
Rodarse en yaguas loma abajo es una experiencia única que los chicos y chicas de la ciudad prueban cuando "van al monte" como dicen algunos. Se aprovecha el día de las madres, el de los padres, el fin de año u otros momentos, pero hay que intentarlo aunque a veces la expedición no salga muy derecha y "el piloto" salga despedido por un lado y la yagua por otro.
 Aprender a traquear un fuete es un arte, los rayazos en el cuerpo son como condecoraciones de aventuras, misiones y escaramuzas, unas ganadas y otras no muy bien terminadas. Cazar caguayos con un pito de sorra no lo sabe hacer todo el mundo y echar a pelear a los reptiles es normal. No importa que a los pobres les guste o no. Eso es parte del entorno. 
Entonces en el día del niño te afirmo que la infancia es la acción en espera, que en cada pequeño nace un trozo de humanidad. Tenga presente que la infancia es el sueño de la razón, que los juegos infantiles no son tales juegos, sino sus más serias actividades. Cuando el niño destroza su juguete, no le pegues, es que anda buscándole el alma. Nunca olvides que cada niño es un letrero viviente que dice: ¡Precaución!. Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea. No rías nunca de las lágrimas de un niño por muy simples que parezcan porque todos los dolores son iguales.


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