jueves, 21 de abril de 2011

Antilla, un amor entre tierra y mar.

Como periodista recorrí áreas del municipio de Antilla,  zona afectada por la sequía y azotada por el salitre que baña el segmento de tierra levantado caprichosamente en la bahía. Una geografía accidentada, con la parte céntrica de la ciudad a modo de cresta en el mar y sin pese al clima tan rudo se las han ingeniado para desarrollar la agricultura en áreas aledañas y ahora van por la ganadería.
Antilla con una fábrica de elementos de la construcción a la entrada de la ciudad, con un parque laaaaargo y con un Dios llamado Taguabo que invoca a la lluvia aunque al parecer no es muy bien escuchado. El puerto, el molino de maíz; las chalupas, yolas y lanchas propiedad de los pescadores y el ambiente típico del trópico cercano al mar. Así es Antilla con sus mujeres hermosas, una bonita casa de la cultura y edificaciones antiguas entre las que se cuelan historias de piratas con aires marinos y pitos de barcos y trenes.

Ahora los antillanos se preparan para el desfile por el Primero de Mayo. En los diferentes centros de trabajo el tema del desfile y sus preparativos se hace cotidiano a través de mítines y el contacto interpersonal además de realizar acciones de limpieza y estéticos en lugares públicos, entidades y barrios.
En ese municipio holguinero las muchachadas hacen de las suyas desde un viejo espigón lanzándose de cabeza al mar y emergiendo instantes después a varios metros buscando la bocanada de aire que refresque los pulmones para así ir consolidando el tinte moreno de la piel, color característico de quienes toman varios baños al día en las saladas aguas del Atlántico.
Antilla se deja amar y abre sus marinos brazos para acoger a los visitantes en su corazón de ciudad que se eleva sobre las crestas de las olas, entonces quedas complacido del amor de su gente y sientes nostalgia al irte si es que no decides quedarte.

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