martes, 12 de abril de 2011

Vivan los locos bajitos.


Este 10 de abril se cumplieron 50 años de la creación de los Círculos Infantiles, un proyecto hermoso y humano. En estas instituciones los pequeños se instruyen en infinidad de estilos, patrones de conductas, se desinhiben, aprenden a colorear, cantar, bailar y muchas cosas buenas más.

En el municipio holguinero de Banes existen tres de estas instituciones: “Solecito”   “La edad de oro”  y “Estrellitas del futuro”. En este último se desarrolló el acto central municipal por esta fecha. Mientras los pequeños bailaban acompañados de los padres, familiares y trabajadores de los Círculos Infantiles recordé este retrato que hace referencia a esos locos bajitos.

“Los niños vienen en diferentes tamaños, pesos y colores. Se les encuentra donde quiera: encima, debajo, trepando, colgando, corriendo, saltando...Los papás los adoran, a veces las niñas los odian, las hermanas mayores los toleran; los adultos los desconocen, y dicen que el cielo los protege.

Un niño es la verdad con la cara sucia, la sabiduría con el pelo desgreñado y la esperanza del futuro incluso con una rana en el bolsillo. Un niño tiene el apetito de un conejo, la digestión de una tragaespadas, la energía de una bomba, la curiosidad de un gato, la imaginación de Julio Verne, el entusiasmo de un promotor y cuando hace algo, tiene cinco dedos en cada mano.

A los niños les encantan los dulces, los cuchillos, las fiestas, los libros con láminas, el juguete del vecino, el campo, el agua, los animales grandes, papá, los trenes, los domingos por la mañana, los carros de bomberos y los peligros. Le desagradan las visitas, las lecciones, las medicinas, los peluqueros, los abrigos, la escuela  y la hora de acostarse.

Nadie más se levanta tan temprano, ni se sienta a comer tan tarde. Nadie más puede traer en el bolsillo un hierro oxidado, una fruta mordida, medio metro de cordel, dos caramelos, seis quilos, un trompo, y un trozo de sustancia desconocida.

Un niño es una criatura mágica. Usted puede cerrarle la puerta del cuarto donde guarda la herramienta, pero no puede cerrarle la puerta del corazón; puede apartarlo de su estudio, pero no puede apartarlo de su mente. Todo su poderío se rinde ante él. El es su carcelero, su amo, su jefe... Mientras que él es un manojito de ruido carita sucia”.

Pero cuando usted regresa a casa cansado de trabajar, con dolor en los pies, sin deseos ni para quitarse los zapatos, él puede remediarlo todo con dos mágicas palabras: "Hola papito, ¿Qué me trajiste?".

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