jueves, 17 de febrero de 2011

El amor no muere al encierro.

Hay Cinco cubanos prisioneros en cárceles estadounidenses por luchar contra el terrorismo. A los mismos se les ha otorgado justamente la condición de “Héroes”. Eso es conocido por muchos ¿verdad? Pero,….,¿Se acordó usted de los Cinco Héroes ayer, hoy por la mañana,….., se acordará por la tarde o en la noche? La respuesta analícela con su conciencia.
Esas personas son seres que aman y son amados, que sienten, que necesitan más motivaciones que de ordinario y sobre todo apoyo para ser liberados. Por ellos y por su lucha, que también es nuestra, no podemos permitir que el corazón fatigue, ni que les alcancen las flechas del olvido, ni que la tristeza abrace sus cuerpos o el que el lodo de la melancolía les atrape. La agonía no puede secuestrar su espíritu ni lastimar nuestra alma.
Hay consciencias que aún desconocen su triste realidad. Hay personas que pueden estar huérfanas de emociones y aunque conocen no sienten, no hacen, no les piensan. Los cinco tienen seres queridos que les lloran, que les aman, en el mundo hay un movimiento gigante que les aclama y exigen su libertad. ¿Y nosotros? Nosotros no podemos caer en la rutina del día a día. Esa es la nave del olvido, que puede convertirse en una excusa, en un escape. Sabemos que hay obligaciones que seguir, deberes que cumplir, pero …….. hay que evitar las manchas, no puede haber un te amo oxidado, no es observar la foto en una pared vacía, ni una valla o un cartel sin sentimientos, es más,  es ser fiel a la palabra cada día, es brindarle amor a su dura espera, no importa que la mañana sea austera o que la tarde de febrero sea gris y fría.
Como escribió Antonio Guerrero en uno de sus poemas:
“….que se abra la tierra y dé su voto
que el cielo te confirme: un ¡Nunca miento!
Sigo siéndote fiel, el más devoto”.
Como él y sus otros cuatro hermanos también nos toca parte de esta lucha, tomarla con seriedad pese a aquello que dice que los cubanos tomamos los chistes en serio y hacemos de todo lo serio un chiste.  Vigila tus ideas que pueden convertirse en pensamientos; vigila tus pensamientos que pueden convertirse en palabras; vigila tus palabras pueden convertirse en carácter y por último vigila tu carácter que puede convertirse en tu destino.
“Y mientras aguardamos el reencuentro indudable
sin renunciar a nada de lo que hemos vivido,
sin ceder ni siquiera un segundo al olvido,
estaré con firmeza y pasión entrañable
sustentando el valor y el honor que nos funda,
abrazando tu sueño en mi prisión fecunda”.


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