No a la violencia femenina. Ellas pueden ser tu familia.
Violencia femenina no es
solo golpear a la mujer, también lo es maltratar de palabras o a través de
acciones, es ordenar impunemente, tener un embarazo forzado o no reconocido y
también la selección prenatal del sexo del feto en
favor de bebés masculinos o simplemente recargar de labores en el hogar a las
féminas.
Aquí por cultura y tradición la mujer es la
que lleva el mayor peso del hogar, primero levantarse y hacer el café, preparar
el desayuno, la ropa del niño, limpiar la casa, el almuerzo, lavar, planchar, ablandar frijoles, limpiar arroz,
hacer la comida, fregar y más, más y más, al final llega a la cama y a veces en
contra de su voluntad debe hacer el amor. Eso también es violencia.
Aquí no existe la mutilación de genitales
ni abundan las golpizas como tampoco existe la trata de mujeres, pero sí
estamos distantes aún de ayudar a nuestras compañeras, a mamá o a la hermana a
sobrellevar la carga del hogar. Machismo y falta de una cultura al respecto obstaculizan
la igualdad de deberes en la casa aunque en los puestos laborales sea
diferente.
La organización femenina trabaja, se gana
terreno pero aún en el hogar, en el barrio, a escondidas la mujer es vista por
algunos como ser inferior y obligada a la docilidad pese al amor que de ella se
desprende y hacia quien se siente. Algo irónico y contradictorio.
Cuenta
una leyenda que al principio del mundo, cuando se creó a la mujer se tomó la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la
tierna adhesión de la enredadera, el trémulo movimiento de las hojas, la
esbeltez de la palmera, el tinte delicado de las flores, la amorosa mirada del
ciervo, la alegría del rayo del sol y las gotas del llanto de las nubes, la
inconstancia del viento y la fidelidad del perro, la timidez de la tórtola y la
vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma del cisne y la dureza del
diamante, la dulzura de la paloma y la crueldad del tigre, el ardor del fuego y
la frialdad de la nieve. Y salió ese ser vital.
Así debemos ver a la mujer suave y tierna,
fuerte y dura. No la maltratemos, mejor cuidarlas y darles su lugar. La vida lo
exige y la inteligencia también.
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