¿Educará el castigo?

En el antiguo sistema de educación cubano, se usaba como castigo poner de hinojos a los estudiantes que cometían alguna falta, también los maestros tiraban de las orejas, el pelo, daban reglazos y hasta ponían grandes diccionarios en cada mano con los brazos extendidos bajo la vigilancia de que el castigado no bajara las manos.

En la casa los castigos no eran mejores, “las llamadas pelas” eran soberanas palizas con cintos, fuetes  -ramas de árboles- la mano abierta, coscorrones y hasta conocí a alguien a quien su madre lo mandaba a poner debajo de una palmera cuando tronaba. “Menudo castiguito”

Abel Hidalgo Martínez es maestro en la escuela primaria Eduardo Chivás, en la comunidad de Flores, barrio rural del municipio de Banes. Él es un convencido de que el castigo corporal no educa y como psicopedagogo defiende a capa y espada esa teoría bajo la égida de que “la violencia genera violencia y en mis 47 años de trabajo en educación la vida me lo ha demostrado siempre”

Abel Hidalgo.

No se debe utilizar ante ningún tipo de indisciplina o conducta inadecuada, se deben emplear los métodos psicológico, los métodos pedagógicos y científicos para hacer que el escolar comprenda y realizar una estrategia o grupo de actividades que conlleven a que el niño vaya adquiriendo conciencia de có,o debe ser su comportamiento”

A un primo mío alguna vez le pasaron papel encendido por los pies para quitarle la costumbre de andar descalzo, he oído que algunos niños le embarran los dedos de excrementos para evitar que se chupen el dedo y ello también es castigo aunque más bien moral, es casi humillante. Abel recomienda ante una indisciplina que no se castigue físico porque “se convierte en arma de doble filo”

En lo referente a la educación de los menores Abel sugiere que “las familias juegan papel determinante porque hay que hacer una dinámica familiar con quienes convive el niño, hay que hacer labor social para que la familia adquiera conciencia de qué debe hacerse con el niño y qué no debe hacerse”