Todos los días hay violencia contra la mujer, en un lugar, en otro.... Luchemos por su respeto más allá de una jornada. Hagámoslo siempre.
Por
Orestes Díaz.
Narra
una historia que el hombre llegó a su casa y le pegó dos bofetadas a la esposa.
Esta le pregunta que había hecho para recibir el castigo y él responde: Yo no
sé qué hiciste pero tú sí lo debes saber. La moraleja bien puede ser “el por si
acaso”.
Las
culpas casi siempre van al agresor independientemente de causas. Hay otras
formas de demostrar inconformidad sin llegar al método cavernícola el cual por
lo que se ve no es tan efectivo porque se repite una y otra vez. Dicen quienes
se ven envueltos en estas formas de convivencia que luego del primer golpe
vienen andanadas. Algunas veces la trama real acaba con uno en el cementerio y
el otro tras las rejas. Detrás queda una estela de sufrimientos, dolores, traumas y sobre todo un mal ejemplo que los
hijos pueden imitar.
En países del medio oriente las mujeres sufren más, son
desorejadas, les cercenan la nariz, los dedos y el clítoris para evitar que la
misma llegue al orgasmo y que por ende traicione al esposo tras el deleite
sexual. En otros casos la lapidación es el espectáculo predilecto y al mismo
tiempo ejemplarizante.
Las leyes en algunos países fundamentalmente musulmanes y
africanos prácticamente no tienen en cuenta al sexo femenino. La primera
omisión es no dar oportunidades a las mujeres para que tomen parte en la vida
social y limitan sus espacios al hogar y en algunos lugares como simples
esclavas domésticas o produciendo bienes muy mal pagados.
En otros países, algunos europeos, la mujer en las leyes sí
es tenida en cuenta pero sucede que las leyes se interpretan y se aplican casi siempre
por hombres que tienen sus puntos de vistas bien masculinos arraigados de una
cultura ancestral de cuando las cruzadas, los vikingos o los bárbaros.
En otros siglos la esclavitud era vista con látigos y
encadenamientos. Hoy en la época de internet y los viajes espaciales los
latigazos a la moral y los encadenamientos a la mente pueden ser más dolorosos.
Más allá de causas, culpas y juramentos habría que ir a preceptos muy simples
pero prácticos y justos como el respeto a todos y a todo.
Ante tales casos la mejor opción es escapar de las espinas
de la relación cuando se torna hiriente y turbulenta, más aún si nos llevamos
por el escritor William Faulkner quien expuso de modo irónico pero cierto: “se
puede confiar en las malas personas, nunca cambian” A quien va iniciar una
nueva relación re cuerda que las personas son como la luna siempre tienen un
lado oscuro que no enseñan a nadie, estudie al ser con quien va a desnudar el
cuerpo y el alma. Respete y exija respeto
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