¿Qué va a estudiar mi hijo? Es la
pregunta que se hacen algunos padres no solo en Cuba, sino en todo el mundo. En
el caso de nuestro país y específicamente de Banes es una interrogante que toma mayor fuerza
cuando el estudiante llega al 12 grado que es cuando se abren las puertas a la
universidad.
Históricamente desde que Cuba era
colonia de España y por un elemento cultural traído desde la península ibérica
la clase media y alta prefería que sus hijos estudiasen medicina o leyes. Hoy
aún persiste el gusto porque los jóvenes se inclinen por esas especialidades.
Realmente cuando un adolescente o un
joven va a tomar la decisión del “qué voy a estudiar” lo hace influenciado por
padres, amistades, por seguir un determinado liderazgo o por hacer cumplir una actitud. Pero muchas
veces ese estudiante no tiene las aptitudes para ejercer la profesión soñada y
es ahí donde el adulto debe influenciar y hacer ver el futuro que puede ser
materializado.
Hay quien no puede ser médico por
carácter, otros están incapacitados para el magisterio como tampoco cualquiera
puede ser campesino, no artista o periodista. Lo lógico sería tener actitudes y
aptitudes. Se puede tener vocación y posibilidades aunque no niego que a veces
algunas de ellas se pueden formar en la vida.
Por suerte hoy con la modernidad se
abren otros horizontes más allá de pacientes y leyes. Existe un amplísimo campo
para la informática y la mecánica que ya no es solo embarrarse de grasa sino
que el buen mecánico no puede estar “mecanizado” como autómata, sino que debe
pensar y no equivocarse pues la técnica así lo exige al ser cada vez más
compleja.
En Cuba existe la formación
vocacional en los centros escolares, principalmente en la enseñanza secundaria
y en los preuniversitarios y aunque esta diste de la perfección sí se les
muestra a los estudiantes las vertientes de muchas carreras para que cada cual
opte por la que muestra vocación o descubra un mundo que no conocía y en el que
puede triunfar. Así cada cual será mejor, es decir más profesional.
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