La radio es magia, es sueño,
Imaginación y también es seriedad, de ello no hay dudas. Pero quien da esas
cualidades es la audiencia, ese ser o grupo de ellos que escucha y se imagina
imágenes a partir de los sonidos.
Al oyente llegan señales con
determinadas intenciones, de puertas que se abren, ríos cantarines, parejas que
suspiran o expresiones ambientales y ello surte efectos, pero hay más, también
existen los parlamentos, el diálogo y la entonación y de ahí se transforman o
se consolidan determinados estados de ánimo, se trabajan patrones de conductas y
hasta ideologías. Con la radio la audiencia se aglutina, se convoca y en
algunos casos se trabaja para eliminar determinadas tendencias negativas.
De esta manera
crecen ilusiones, se
forma una cercanía y una unión entre realizador y destinatario, la radio por lo
tanto estimula los sentidos y genera emociones. Como escribiera un colega: “la radio navega nuestra vida, acompaña nuestros instantes
solitarios, deriva nuestras penas, embarca las alegrías. La radio sugerente
emerge como la eterna compañera para dibujar nuestros sonidos cotidianos y
evocar los imaginarios”
Para el realizador radial su razón
de ser es la audiencia, ella nos transforma, exige mejores productos, pide
canciones y pasa a ser activa pues también los micrófonos se abren para recoger
su voz. En esa estrecha relación los comunicadores debemos superarnos,
conocer al destinatario, sus gustos y preferencias, también sus temores,
alegrías y encontrar en algún momento el contacto y el conocimiento. Así la
familia radial se fortalece y el oyente se siente más participe y más dueño
para obtener el protagonismo que realmente merece. Para el oyente que no conoce a los actores de la radio esta es un misterio aunque dijo alguien que el misterio tiene su servidumbre, si lo tocas lo mancillarás, si buscas controlarlo lo arruinarás y si intentas comprenderlo entonces enloquecerás. De todas formas te digo que uno
de los mejores dones es el de escuchar, pues si hablar es una necesidad,
escuchar es un arte.
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