lunes, 20 de junio de 2016

Hora cubana vs hora inglesa.


La puntualidad es un tema reiterativo. Para algunos puede ser superfluo y hasta ocioso de analizar. A mí parecer existe una visible resignación colectiva, en todos los ámbitos y niveles, en admitir “la hora cubana” como una “característica” cultural y social a la que debemos amoldarnos. Y no debe ser así.
La “resignación” es algo inherente a las sociedades mediocres y de baja autoestima. Expresa conformismo, sumisión, apatía y falta de entusiasmo para revertir lo negativo y pernicioso en nuestra subsistencia.
Puntualidad es sinónimo de “respeto”  y consideración al tiempo ajeno. Una persona puntual inspira credibilidad y demuestra habilidad en su organización individual. Sin duda, es una buena “carta de presentación” en su imagen profesional y también personal.
La puntualidad contribuye a dotar una personalidad de carácter y eficacia. Nos hace ser mejores en las actividades que desempeñamos y así ganamos la confianza del entorno. Ella exhibe disciplina, perseverancia y orden para establecer las prioridades de las acciones. Tiene que ver con la fuerza de voluntad y el sentido de responsabilidad.
Se es impuntual en reuniones, en llegada a citas, clases, consultas;  se abren tarde los establecimientos, recuerdo cuando niño y adolescente que en las terminales habían pizarras donde se leía que tal ruta sale a tal hora. Sin embargo a esa hora era que comenzaba a llenarse el ómnibus. Los empleados públicos y los establecimientos tienen una hora para comenzar a brindar servicios, sin embargo a esa hora es que llegan o abren.
La exactitud en la hora debe recuperarse como manifestación de convivencia respetuosa y armónica y, además, orientará positivamente la conducta humana. No perdamos la esperanza en esta tarea que estamos obligados a emprender educando con el ejemplo a quienes están a nuestro alcance. Tenga presente el aforismo inglés: “La puntualidad es el alma de la cortesía”. Orestes Díaz….

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