Las supersticiones. Las manías. El "si bebo de este vaso ganamos". El
"de blanco nos metieron cuatro, que jueguen de negro". Esas cosas
irracionales que tiene el fútbol que si te salen mal quedan en evidencia
y a las que, si gana tu equipo, te abrazas como si hubieras descubierto
una forma de influir en un partido que juegan otros señores y a miles
de kilómetros de ti. Si no fuera irracional, si no tuviera esos momentos
de creencia, el fútbol no sería tan bonito.
Al Bayern le salió cruz. Pretendió que el Real Madrid se olvidase de
que es el Real Madrid y que esto es la Champions con un cambio de última
hora. Evitó que saltasen de blanco al Allianz y trató de que recordasen
la leyenda de la bestia negra de antaño. Pero la bestia vistió de negro
y se llama Cristiano Ronaldo. Lideró la reacción madridista en una
segunda parte que, aun saciando las ansias de un buen resultado, deja
con hambre.
El inicio del partido no hacía presagiar nada bueno. En un partido
como este, ante un rival como este y en un estadio como este, ese
discurso de intentar hacer tu juego desde el primer rodar del balón
sobre el césped se volatiliza. La pizarra se convierte en ceniza y la
prioridad es sobrevivir. Lo logró el Madrid ante el primer empuje
alemán, que se abalanzó sobre el área de Keylor como si la eliminatoria
fuese a durar cinco minutos. El Bayern le quitó el balón de forma
grosera a los de Zidane, que se deslizaban como aquella iguana que huía
de un grupo de serpientes en un documental de la BBC.
Pero al sexto córner Vidal no falló. Tantas veces habían buscado a un
jugador que hace de la incomodidad su hábitat y de todo aquel que se
acerque a él que alguna iba a cazar. Se adelantó a Nacho en el rifirrafe
previo al salto, atacó el balón con más mala sangre que el central y
cabeceó como quien descerraja un tiro a un blanco cercano.
Antes había avisado Benzema con un cabezazo al larguero, haciendo ver
que donde todos veían oscuridad había una luz tenue que buscar, un
camino que andar y un objetivo que encontrar. Aunque las puertas del
cielo las guardase el mismísimo guardián del infierno, el Can Cerbero
Neuer, nunca mejor dicho. Desvió lo justo el remate de Karim y se estiró
para evitar el gol de Cristiano en los últimos minutos de la primera
parte, justo antes del momento clave del partido, de esa bola que toca
en la red y que puede caer hacia cualquiera de los dos campos.
En el momento en el que todos miraban al túnel de vestuarios para
enfilarlo en el descanso, Carvajal despejó con el pecho un balón y el
árbitro señaló penalti. Vidal, exceso de ganas, malas pulgas y soberbia,
agarró la bola como el malote del recreo. Nadie se lo iba a discutir
excepto él, su propia naturaleza, la que le invitó a chutar de empeine y
'a trallón', la que mandó la bola por encima del larguero.
Allí murió la primera parte y también el Bayern. El Madrid se sacudió
el Game Over de encima y se encontró otra vida. Una que no iba a
desperdiciar. A dos minutos de la segunda parte, Carvajal amaneció en
banda derecha y no dejaría de lucir y dar calor a su equipo hasta el
final. Su centro lo remató Cristiano fuera del alcance de Neuer, mérito
extraordinario, para demostrar que sí, que los alemanes también sangran.
Fue el primero de los aplausos que hay que apuntarle a Ronaldo. El
segundo y el tercero decantarían el duelo de forma definitiva. Provocó
dos faltas, las dos de amarilla, las dos de Javi Martínez, que se
encontró andando hacia las duchas apenas dos minutos después de ver la
primera cartulina. Y el Madrid se volcó, se atrevió.
Entre tarjeta y tarjeta pasó poco tiempo pero pasó mucho. Entró
Asensio al campo por Bale. En el minuto 58. Aunque el galés estuviese
tocado, eso dice mucho. Y Marco no fue párvulo en el recreo de los
mayores. Lo hizo todo bien, como el centro del segundo gol. Medido,
preciso, con remite y acuse de recibo a la suela de Cristiano, que no
falló.
Con el rival herido, desconcertado ante aquellas camisetas negras que
también les pasaban por encima, buscó el descabello. Y no lo encontró
porque Neuer demostró que es el mejor portero del mundo con paradas con
las manos, con los pies, con las alas, con todo lo que tenga ese tipo
debajo de los guantes, sobre los que sostuvo al Bayern. El Madrid saca
un gran resultado de Múnich, pero saca algo mejor. Puede estar bien, mal
o peor. Puede vestir de blanco, negro o arcoiris. Es el Real Madrid. Es
la Champions. Es irracional. Es algo más que fútbol.
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