Lo que exige el Bernabéu a Cristiano
¿Es compatible ser del Madrid y pitar a Cristiano? le preguntaron a Zidane al acabar una eliminatoria épica con el Bayern. La cuestión era pertinente, por muy descabellada que pudiera sonar.Tal vez habría resultado más certero hacerle estas otras: ¿Qué tiene que hacer Cristiano para ganarse de una maldita vez la admiración incondicional de su afición? ¿Cuántos goles más necesita marcar? ¿Cuántos títulos tiene que darle al Real Madrid para que el Bernabéu le acepte tal como es?
Orgullosos de su pertenencia a la más selecta nobleza del fútbol europeo, los alemanes del Bayern de Munich salieron al coliseo madridista dispuestos a morir matando. Empujaron a los de Zidane contra su portería y hasta pasados quince minutos éstos no lograron sacudirse el dominio. En una de sus primeras incursiones hacia Neuer, Cristiano se resbaló cuando conducía el balón en un contragolpe. Mientras maldecía su suerte, sus botas y el césped, lo escuchó. Ahí estaba de nuevo. El 'runrún' del Bernabéu. Esta vez no llegaron a la categoría de pitos, pero ahí estaban. Esperándole.
Hasta esa jugada, la última noticia que el madridismo tenía de Cristiano Ronaldo eran los dos goles que seis días antes había marcado en el Allianz Arena para poner en ventaja la eliminatoria ante el gigante alemán. Según parece, no era suficiente. Por eso cuando minutos después logró el primer gol que sacaba a su equipo del precipicio por el que caminaba con el 0-1, miró a la grada y se llevó la mano al oído. "No os escucho ahora", venía a decir con su gesto reivindicativo.
¿Cuántas veces se ha repetido esa secuencia pitos-gol en los ocho años que lleva Cristiano en el Bernabéu? ¿Veinte? ¿Cincuenta? ¿Cien?
"QUE NO ME SILBEN"
Nada más finalizar un partido titánico ante un rival tremendo, exultante por el pase a semifinales y por haberse erigido en protagonista absoluto de la eliminatoria con esos cinco goles ante el Bayern que agrandan todavía más su hueco en la historia de este deporte, Cristiano hizo una petición a su público que, dadas las circunstancias, sonó hasta ridícula: "Lo único que pido es que no me silben aquí, porque doy siempre lo mejor. Y cuando no hago goles, intento trabajar y ayudar al Madrid haciendo lo mejor que sé".
Pero lo cierto es que al portugués una parte de su afición le quiere sólo por sus goles, no por su trabajo. Y, desde esa perspectiva, hasta que marcó el primer gol no estaba haciendo un buen partido, como no estaba haciendo una buena temporada. Sus números, los mismos que han sido su mejor respuesta ante las críticas durante la última década, evidencian un descenso en su rendimiento goleador. Algo que, a los 32 años, es ley de vida por mucho que algunos se nieguen a aceptarlo. Con 31 goles y 12 asistencias en 38 partidos, Cristiano presenta un promedio de 0,81 goles que para sí quisieran la mayoría de delanteros, pero que palidece ante el promedio superior a un gol por partido que ha firmado en las cinco temporadas anteriores.
SE ACABÓ JUGARLO TODO
Hoy su velocidad no es tan avasalladora, su regate ya no es el mismo, pero en tenacidad, en ambición, en voracidad y en pegada sigue siendo inaguantable para los rivales. Meterle en dos partidos cinco goles a Neuer, probablemente el mejor portero del mundo, es la última demostración. Conscientes de que la edad no perdona, Zidane y Cristiano trazaron un plan junto a su preparador físico para dosificarle. Con el objetivo de llegar fresco al momento clave de la temporada, CR7 debía renunciar a minutos prescindibles en partidos intrascendentes. Menos es más.
Regulándose para destacar en las citas más señaladas (tres goles en la final del Mundialito), Cristiano sigue encarnando junto a Sergio Ramos ese carácter indómito, ganador, reacio a asumir la derrota que es puro ADN Real Madrid y que esta temporada ha obrado remontadas inalcanzables para la mayoría de equipos. Pero para alguien tan pendiente del reconocimiento ajeno como él, no ser admirado de manera unánime por su afición le duele especialmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario