Osmel Moreno. |
Tiempo encontrado.
Por Orestes Díaz.
Los puntos de vistas pueden oponer a una misma situación. Un
día, casi al final de la jornada, conocí a uno de los mejores apicultores de la
provincia de Holguín, Osmel Moreno, quien vive para las abejas y en cambio estas le permiten vivir de sus
productos. No hay explotación en bando alguno. ¿Suerte que lo encontré o mala
suerte por el poco tiempo para dialogar?
Apremiados por el tiempo, la caída de la tarde y el retorno
de los visitantes fuimos casi directos a un recorrido imaginario de su mundo. “Ya
he alcanzado 25 toneladas, ahora debo mantenerme y seguir creciendo” Al
preguntarle cómo no vaciló en afirmar
“eso se alcanza con un solo nombre: consagración”.
Un reino en aparente tranquilidad. |
El oficio del periodista permite saber de buena tinta de
muchos temas y esa hambre del conocimiento debe ser saciada cada vez que los
actores y escenarios de la vida lo permitan. Ante este filósofo obtuve una
definición exacta como si fuese sacada de entre panales de miel “en el mundo de
la apicultura consagración es poner
un pedacito del corazón, sumar a la familia, trabajar con mucho amor y lograr
que la naturaleza y un poquitico de tu intuición te ayuden”
Recuerdo a viejos apicultores que tal vez nunca abrieron un
libro para interiorizar teorías, ellos la adquirieron a través de aguijonazos,
experimentos, historias contadas de generación en generación, de noche,
escuchando cuentos mientras bebían un
café a veces endulzado con miel de abejas, pero también perdieron enjambres,
tiempo y algunos, ante el descalabro, decidieron abandonar el oficio.
Hoy es diferente, existen encuentros metodológicos, émulos
de un aula universitaria. Los contenidos son casi ininteligibles para quien no
gusta de la profesión o es zurdo en
laboras del campo. Ellos sí entienden y los practican. Por ende Cuba compite
cada vez con mejores resultados en el mercado melífero y el producto nacional se
impone por encima de grandes potencias.
Para el productor de Birán el conocimiento es esencial. “Hay
que ser un hombre bien instruido y formado, hay que aprender y documentarse porque por mucho que creamos saber
siempre habrá algo útil y nuevo que aprender” Producir reinas, cronometrar los
períodos de cambios, calendarizar los procesos de floración y producción de
néctares es algo que, si bien las abejas detectan desde la información genética,
quienes manejan los enjambres también tienen que conocer.
Birán es tierra fértil para la apicultura, Osmel así lo deja
entrever y el riesgo junto al atrevimiento lo convierten en uno de los reyes de
la apicultura holguinera. “éramos carpinteros y desde allí un buen día miramos para
acá y vimos que la apicultura estaba mal atendida, podía dar dinero, podía ser
un medio de vida. Primero fue una colmena, llegamos a nueve, entonces nos sentimos
grandes. Hoy tenemos alrededor de 400, mías 200” Al indagar porqué hacía
referencia en plural contestó “mis resultados se deben a la suma de los
esfuerzos de mi familia, tengo dos hermanos y un hijo que trabajan conmigo”
Osmel Moreno tiene 50 años y a esa misma cifra espera llegar
en toneladas de miel acopiadas en un año y en tiempo no lejano “trabajamos para
eso, para llegar a las 50 toneladas, hacemos todo para las abejas, las cajitas,
somos mecánicos, poncheros, apicultores, productores de reinas, en fin casi
todo para tener una apicultura sostenible y además mi familia es como una
colmena grande, todos estamos involucrados en algo”.
Este hombre dice tomar la miel necesaria, con café, leche y
hasta como hobby. Al preguntarle sobre los dolorosos picazos se rió y espetó “del
veneno no me quejo, me tiene bien, tengo 50 años y me siento como si tuviese
25. Realmente tenemos una gran empatía con este bichito, cuando no me pican
parece que no existo, me hacen sentir vivo”.
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